Es una verdadera lástima que este capítulo no pueda escribirlo en positivo hablando de las maravillas de las personas agradecidas en el mundo comercial. Tan solo voy a ratificar algo que comentábamos en el episodio anterior respecto a la competencia, en el que decíamos que hay un porcentaje de personas agradecidas de tan solo un 10 % y que el resto, el 90 %, son gente desagradecida y con poca memoria histórica. Personas poco sensibles al esfuerzo de los demás y que han ultrajado tus servicios y buena voluntad hacia ellos con una respuesta tan vergonzosa como la que ofrece “el olvido”.
Para hablarles del agradecimiento comercial, será necesario echar mano de la inestimable ayuda de Heliodoro y de su carrera bancaria, con una historia que le ocurrió tras abandonar su entidad de origen y fichar por otra entidad financiera que reclamó sus servicios.
EL AGRADECIMIENTO
Heliodoro llevaba ya dos años trabajando como Director de una oficina en Soria, pero aquella oficina ya había tocado techo y Helio se aburría soberanamente pues su vida profesional se había convertido en monótona y aburrida, con pocos alicientes; había rechazado varias ofertas de la competencia, pues le buscaban para oficinas más grandes de otras entidades, pero movido por la lealtad a la entidad que le había enseñado todo lo que sabía, estaba estancado y aburrido en una oficina que ya no le motivaba, su banco tampoco le ofrecía otra opción alternativa; por egoísmo, más que nada, pues le necesitaban allí.
Estaba en una encrucijada profesional delicada, y en ese mismo momento le llamó por teléfono el responsable de recursos humanos de una entidad que aún no tenía presencia en Soria, había que crear una nueva oficina, el nombre, el equipo y el negocio de la misma; era una entidad fuerte y prestigiosa, pero de otra parte del país que pretendía expandirse por todo el territorio nacional y para ello necesitaba directivos valientes y con fuerza que pudieran crear de la nada algo importante para cada ciudad de España, Heliodoro fue escogido para ser la cabeza visible de esa entidad en Soria.
Le duplicaron el sueldo, le permitieron contratar a su equipo y buscar la ubicación de su oficina donde él quisiera, y una vez efectuados los trámites previos a la apertura de la nueva oficina, comenzó a pensar en el negocio.
Nada más poner un pié en la calle, coincidió con un cliente de su anterior entidad al que le había concedido una hipoteca sobre su casa para hacer frente a unos negocios de hostelería con un tinte de fantasía demasiado acusado como para que salieran bien, pero el cliente tenía una casa cuyo valor era importante y se utilizó como garantía para el préstamo solicitado por Don Elisardo.
A don Elisardo, no le habían salido bien esos negocios de hostelería, a pesar de que todos los que había acometido anteriormente si le fueron bien, estaba acostumbrado al triunfo y demasiado seguro de sí mismo.
El resultado final de aquella aventura empresarial fue un fiasco, y el banco anterior de Heliodoro, le estaba ejecutando la vivienda objeto de la garantía y había puesto fecha a la subasta de la casa de la familia de D. Elisardo.
Este había perdido todo, el impago de la hipoteca ocasionó la subasta de la misma, en esa casa vivían sus cuatro hijos su mujer y dos de sus nietos. Era lunes, el próximo Lunes a las 12:00 se subastará la casa en el juzgado y todas las personas de la familia de Elisardo deberán abandonar la vivienda y se quedarán “en la calle”-.
Esta era la situación de Elisardo cuando se encontró con Heliodoro por la calle y rogándole encarecidamente ayuda, se reunieron en el despacho de la nueva entidad de Helio para buscar posibles soluciones.
Era muy difícil, el prestigio de Elisardo estaba por los suelos, así como sus cuentas, había perdido un hotel con una inversión desproporcionada impagada que le impedía volver a emprender nada a su nombre. El gran empresario había caído estrepitosamente y no quedaba nada de él, tan solo llantos, lamentaciones e infinidad de problemas personales añadidos que siempre acompañan a”LA RUINA”.
Pero había tenido suerte, Heliodoro era un gran profesional, y tenía mucha imaginación bancaria, recursos, fuerza y credibilidad en su nuevo Banco.
Este se armó de valor y trazó un plan, involucro a todos sus hijos en la nueva financiación que haría posible acudir a la subasta de su propia casa y volver a recuperarla. Era un plan muy arriesgado pues había que llegar hasta el final, que era el momento en el que el juez pondría la casa a disposición del que mas ofreciera por ella, habría que conseguir que esa persona fuera alguien de la propia familia de Elisardo, y sería necesario tener listo un nuevo préstamo en la nueva entidad de Heliodoro a nombre de todos los hijos para recomprar la casa perdida de su padre.
Era la primera operación que Helio planteaba en el nuevo banco, estaba fuerte, pletórico y cargado de ilusión pues comenzaba una nueva andadura profesional y lo hacía emocionado; esas fuerzas las ofreció sin dolerle “en prendas” para la autorización de la hipoteca que haría posible la recuperación de la vivienda de su cliente.
Pero su jefe de departamento de riesgos llamado Carlos Fontibre le advirtió; “Heliodoro, espero que sepas lo que haces, es una operación tremendamente arriesgada, esta hipoteca ya la hiciste en otra entidad y la están ejecutando ahora mismo, quien te asegura que no va a volver a suceder. Te la voy a autorizar pero te hago responsable directo de su buen fin, y quiero que conste en la autorización mi opinión de que comienzas “la casa por el tejado” es una operación muy difícil y arriesgada y es tu primera operación en nuestra entidad. Tú sabrás –sancionó-.”
Heliodoro dudó unos instantes, asustado por la certeza de una operación complicada en sus inicios profesionales en la nueva entidad, y el jefe de riesgos había sido tajante y directo; por unos instantes tuvo la duda de si seguir adelante. Pero esa duda pronto se disipó cuando acompañó a Elisardo a su casa; todo sucedió el mismo día de la subasta, Helio vio a toda su familia con las maletas hechas y cajas apiladas en el porche y en el jardín para irse si perdían la vivienda. No les deseo esa imagen de ninguno de sus clientes, créanme que no es bonita, es algo desgarrador lo que la vida hace a veces con los destinos de las personas, y como cada uno de nosotros influimos en dichos destinos.
Esa mañana Heliodoro se la pasó preparando la subasta y la firma del préstamo hipotecario a nombre de los hijos de su cliente. Tuvo que visitar a un amigo de Elisardo que se ofreció en el último momento a prestarle dinero para recuperar su casa, y Helio le hizo ese servicio. También acudió al juzgado dotado de un poder para comprar la vivienda otorgado por toda la familia de Elisardo, pero aquel momento fue uno de los más duros de la carrera de Helidoro.
En la sala del tribunal de justicia numero 3 de Soria había cinco “subasteros” cuya pretensión era quedarse con la vivienda de la familia, que Helio iba a defender.
Esta casa tenía un valor aproximado de 1 millón de euros y la subasta se realizaba por un importe inicial de 280.000 € por lo que era muy jugosa para los subasteros, estos podrían ganar en esa operación cerca de 700.000 € si la vendían pronto a un tercero, y muchos de los que estaban allí ya tenían cliente para ella.
Entra en la sala el juez y la secretaria, se aportan las cartas de aval necesarias para pujar por la subasta de la casa y comienza el festival.
Elisardo, lloraba abatido en un banco a unos 50 metros, fuera de la sala, y su hijo mayor con 19 años, de profesión estudiante, acompañaba a Helio en la subasta, fuerte y maduro, sustituyendo a su padre en aquel momento como cabeza de familia y responsable de aquella terrible situación.
Helio Participó en los primeros lances de la subasta y vio enseguida, el interés desmedido de los subasteros que comenzaron a ponerse de acuerdo como hienas ante una presa segura.
Detectó que habían llegado a un acuerdo y ya solo pujaba contra él uno de ellos, al que le llamaban los demás “el catalán”. En ese momento Helio, recibe de él una terrible amenaza a media voz que le dice “como sigas pujando cuando salgas de aquí te mato”.
Una vez, nuestro buen amigo Helio hubo tragado saliva, recordó a la familia con sus cajas y equipajes en el porche de su casa, al padre llorando en un banco y al hijo mayor envalentonado y con las piernas temblorosas defendiendo allí el patrimonio de su familia y se cargo de razón y de fuerza. Se fue hacia “el Catalán “con voz firme y le trasladó lo siguiente.
“Mire usted, bandido, yo vengo aquí a defender a una familia completa y su hogar, y usted viene aquí como un pájaro de mal agüero, y como un rapaz carroñero a apropiarse de lo que no es suyo y enriquecerse de las desgracias ajenas. Pues escuche atentamente, cuando acabe esta subasta y mi cliente tenga su casa asegurada para su familia, no tendré inconveniente en medirme con usted donde quiera y cuando quiera pues ¿sabe? Me asiste la razón y a usted no, querido amigo, por tanto no le tengo miedo, usted si debería tener miedo de mi, pues desconoce con quien está hablando”.
Tras una reprimenda del juez continúa la subasta y “el catalán” deja de pujar.
Qué alegría, Heliodoro había recuperado la casa de Elisardo y su familia.
Tras la subasta “El catalán” se acerca a Heliodoro y le dice, usted y yo tenemos algo pendiente ¿recuerda? Heliodoro asiente, se despide de Elisardo y su hijo abrazándoles con cariño y júbilo y se dirige a la salida de los tribunales dónde tiene una cita con “el catalán”.
El catalán se llamaba Fernando roda, le mira a Helio a los ojos muy cerca diciéndole:..
“quiero que sepas que soy cliente de tu banco en Barcelona” que conozco a todos tus jefes y sobre todo a los de riesgos incluso a Carlos Fontibre. Hoy me has destrozado un buen negocio, pero me has dado una gran lección. Si defiendes a tus clientes con ese coraje y ese corazón que has demostrado antes en la sala, yo quiero ser cliente tuyo y trasladar mis cuentas a tu oficina aquí en Soria, tenemos aquí negocios, y no sabía con que banco trabajar, tú me lo has aclarado Heliodoro.”
Había sido un día muy intenso de emociones para Helio, que tuvo que irse a casa después de ese acto, pues las piernas ya no le respondían debido a los nervios, había mantenido la calma y eso le estaba pasando factura ahora que había acabado la acción.
Como veis, esto es un final feliz, y volviendo al tema que nos ocupa, la familia de Elisardo estuvo agradecida durante mucho tiempo. Todos fueron, en esa familia clientes exclusivos de Helio y recordaron la gesta durante años.
Pero al cabo de unos dos años, Elisardo, recuperó su actividad empresarial y se asoció con unas personas muy importantes con recursos económicos suficientes, como para hacer frente a un gran proyecto de construcción de viviendas unifamiliares de lujo para un público escogido y selecto.
Heliodoro contaba con poder financiar ese proyecto fácil de hacer y prestigioso para su entidad, pero pronto le hicieron saber que en ese proyecto él no tenía cabida pues el prestigio de esa inversión llevaba implícita otra entidad bancaria que ya habían escogido.
¿QUE LES PARECE?
Se acabó el agradecimiento comercial, reconocen ahora la frase en la cual el sabio decía “INCLUSO, EL MEJOR DE NUESTROS CLIENTES, DEJA MUCHO QUE DESEAR”,
Siento acabar esta historia con un final “agridulce”, pero se trata de la realidad, nos esforzaremos mucho por hacer bien las cosas, haremos lo imposible por los clientes, y arriesgaremos hasta límites insospechados por ellos, pero no lo haremos pensando en un agradecimiento eterno pues nos equivocaremos. Trabajemos con la alegría y la ilusión de tener muchos clientes agradecidos pues cuando este agradecimiento decaiga como las estrellas fugaces, nos refugiaremos en el calor de los clientes que aún recuerden nuestra buena atención y nos preocuparemos de conseguir más, para que cuando las estrellas caigan, haya aún muchas más que alumbren nuestro firma