En ocasiones los grandes luchadores de nuestra amplia historia han tenido que encajar la amarga sensación de LA DERROTA.
La derrota es un trago difícil de pasar y conlleva sensaciones personales que afectan a la autoestima, la seguridad y la duda de si la valía personal del derrotado ha tenido que ver en dicho trance.
Un luchador inagotable puede sufrir etapas de derrota que nada que ver tiene con su valía, pero la vida es un juego de «MONOPOLI » como hemos visto en una entrada anterior de este blog en la que se explica ese efecto.
Hay partidas en las que no nos sonríe la suerte, y perdemos económicamente, laboralmente, personalmente y en todas ellas la sensación de tristeza es indescriptible, nos hemos acostumbrado a poseer lo que en ese momento perdemos y repito, es amargó.
LA DIGNIDAD es un valor humano que en esos momentos de debilidad debemos conservar y respetar, tanto la del derrotado como la del vencedor, sobre todo porque los que estamos acostumbrados a vencer, hemos de saber que siempre hay un vencido y debemos respetarle.
Ahora, en momentos de derrota se agradece que tu contrario te devuelva la «espada caída en la lucha» y te de la oportunidad de defenderte.
LA ENTEREZA es una fuerza que debemos de obtener del manantial de nuestro interior, en estos momentos agotado, pero siempre existente en nosotros mismos.
EL EFECTO «ave fénix», denominamos este componente de automotivación en honor al ave mitológica que ardió completamente y posteriormente renació de sus cenizas con más fuerza que nunca. Ante una derrota veremos quebrada nuestra estabilidad emocional y cada día emplearemos nuestras fuerzas en luchar contra las dificultades; como estamos agotados psicológicamente, la energía se nos acabará a lo largo del día; no pasa nada, es normal, nuestra fuerza es limitada, y la recuperaremos descansando, durmiendo y con un nuevo día en el que volveremos a la lucha desigual, pero pronto cambiará nuestra fortuna gracias a la perseverancia y de nuevo nos iremos arriba.
LOS GRAJOS Y LOS CUERVOS, no se dejen desanimar con la presencia de estas aves de mal agüero, tan solo acuden cuando hay carroña o desgracia para recordarte lo hundido que estas. Nunca te dirán que las cosas van bien, no te animarán y querrán que compartas su pesimismo para el fin común del desastre y la derrota.
No les escuches, ridiculízales, dales tu visión positiva de la situación (todas la tienen) y emite graznidos cuando les veas para reírte de su pesimismo. Aguanta y ganaras, ellos ya han perdido pues el derrotismo les venció, pero tú ganaras con tu optimismo y tu persistencia.
LA SOLEDAD, cuando tu vida es exitosa, toda una nube de aprovechados y peticionarios te acecha; ladrones de tiempo y de energía (léase «los bandoleros de la sierra «) vienen por ti y grupos numerosos de supuestos «amigos» te preguntan: ¿qué hago? Pero cuando eres derrotado se ahuyentan todos esos oportunistas, nadie te ayuda, pues cuesta trabajo situarse al lado del caído, es mejor quedar al lado del vencedor, que es quien más te puede favorecer.
El vencido «no da nada», por tanto no nos sirve un derrotado.
Es bueno que conozcan este efecto humano, pues así no se llevarán decepciones de personas que ustedes ayudaron o de otras que consideraban amigos y que ahora desaparecerán como por encanto. Usted estará solo hasta que vuelva a vencer. No obstante apunte en una libreta muy pequeña aquellos que se mantengan a su lado y le ayuden, ellos son verdaderos amigos o familiares, y le quieren mucho, no lo olvide en el futuro y sea agradecido cuando la montaña rusa de su vida profesional le lleve por los caminos más elevados.