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La luciernaga y el sapo

 el acoso hacia aquellos que brillan

En esta fábula vemos con claridad reflejado, en su moraleja, el sentimiento de la envidia.

el hecho bajo y despreciable de que alguien descubra su brillo, (pues usted tiene éxito en su vida profesional y por ello reluce)  obsesióna al envidioso que  intentara  apagarle con calumnias y descalificaciones.

“FABULA”

En el silencio de la noche oscura sale de la espesura

incauta la luciérnaga modesta, y su templado brillo

luce en la oscuridad el gusanillo.Un sapo vil, a quien la luz enoja,

tiro traidor le asesta, y de su boca inmunda la saliva mortífera le arroja.

La luciérnaga dijo moribunda: ¿Qué te hice yo para que así atentaras

a mi vida inocente? Y el monstruo respondió: Bicho imprudente,

siempre las distinciones valen caras: no te escupiera yo, si no brillaras.

Ahora me gustaría que reflexionáramos sobre esta bonita y gráfica fábula; ¿no han sufrido ustedes a menudo el veneno de la lengua del despreciable sapo? .

Inflamado de envidia e impotente, deslumbrado por la distancia que su capacitación profesional le separa de la suya, le atacará con sus calumnias y desprecios constantes.

Para “Los sapos”, intentar que se apague el brillo de sus compañeros es una tarea difícil, en la que desgastan toda su energía, es evidente que necesitan los escasos y pobres adornos profesionales que poseen, para emplearlos en su único objetivo, “intentar apagarle”.

Ellos te pueden admirar en el fondo, pero jamás lo reconocerán “ni en el potro del tormento”.

Recuerden que su misión es justamente la contraria, intentar que ustedes se apaguen y no dar mas lustre a sus caparazones.

En ningún momento hablarán bien de ustedes y conocerán exactamente sus virtudes, para así  convertirlas en defectos o bien,  criticar o cuestionar sus motivos y actuaciones.

Es muy fácil que las habilidades de alguien que reluce, se conviertan en su sucia lengua, en delitos, actitudes deplorables, y se tornen en todo tipo de pecados capitales.

Pero “los sapos” tienen un problema, las luciérnagas no pueden dejar de brillar hasta que no mueran, pues su brillo es natural y forma parte de su organismo.

 Asimismo ustedes no podrán esconder su valía profesional, su capacidad de trabajo, su carisma, el respeto que sus demás compañeros les profesan, la fidelidad de sus clientes, el cariño de su familia y amigos, el respeto de la competencia y tantas y tantas cosas relacionadas con un brillo que, al no poderse comprar, tampoco puede robarse y permanece en la naturaleza de cada animal brillante hasta el fin de sus días.

Hay muchas ocasiones en las que “los sapos” obtienen su objetivo, pues el rápido salivazo venenoso de su lengua, es capaz de ocultar el brillo natural del gracioso animalito. Ustedes se sentirán vencidos e impotentes al comprobar que los resortes movidos por el envidioso, han causado el efecto deseado y su prestigio ha sido tirado por tierra, a la altura de la lengua sucia de su calumniador.

Pues bien, este es el momento clave en el que ustedes deben agrupar toda la fuerza que poseen, para que desde su interior, emitan toda la energía que puedan al exterior y luzcan con mas intensidad; en algún momento el veneno y el barro con que les han tapado se secará y agrietará dejando traslucir a través de dichas grietas la intensa luz de sus corazones que por su intensidad, todo el mundo verá, destacando bajo la suciedad de la calumnia en la que se encuentra inmerso.

MORALEJA Y CONCLUSION

Cuando les suceda algo parecido a esta fábula, deberán procurar brillar en otro lugar del bosque, es difícil brillar bajo el veneno de un sapo, al igual que no es sencillo, esperar a que seque el barro espeso de la calumnia. Por ello mi consejo es que con lo grande y amplio que es el bosque de nuestra carrera profesional, exploremos otros recodos y lugares en los cuales podamos brillar con libertad, sin preocuparnos de los feos y venenosos sapos.

Aunque algún día pudiéramos volver a encontrarnos con estos desalmados y patéticos personajes,-que estarán escupiendo veneno a otros animalitos del bosque y rodeándose de insectos que apenas poseen brillo interior-, deberíamos, en ese momento, ser implacables con ellos y deslumbrarles con nuestro brillo hasta que se queden ciegos de impotencia.

LA LUCIERNAGA Y EL SAPO

La envidia siempre ha mordido a la gente de valor , la persigue como el tábano de la leyenda griega, es inclemente y no pierde ninguna oportunidad .

La gente menuda es como el sapo de la fábula de Juan Eugenio Hartzenbush

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