Un bandolero, (también llamado bandido, encartado, brigante, salteador, proscrito o forajido) era un hombre armado que se dedicaba al robo y al pillaje, y más raramente al contrabando y al secuestro. Por lo general, asaltaban a los viajeros en los caminos peligrosos de las montañas. No solían actuar en solitario, sino organizados en cuadrillas. Su equivalente en el mar es la llamada piratería o bandolerismo marítimo.
¿Qué pensaban ustedes? que esta figura social histórica, que inspiró tantas líneas literarias en su época, ¿no iba a tener su reflejo en la sociedad actual?
Pues créanme que sí lo tiene, los bandoleros actuales, enmascarados en nuestra época moderna y disfrazados con ropas acorde con el siglo XXI, engañan, roban y atacan a sus iguales, con una apariencia honrada y un corazón sucio que esconde las más oscuras pasiones, sentimientos de egoísmo, envidia y ganas de enriquecerse a costa de los demás, aunque sea por unas monedas, por un café o por una consumición.
Pero hablemos un poco de ellos y de sus diferentes formas de actuar.
EL BANDOLERO DEL TIEMPO
Quizá puedan reconocer esta figura tan usual en nuestros días; este individuo, normalmente actúa en solitario y tiene como objetivo aquel caminante de la sierra que día a día a través de su forma de conducirse por la vida, deja una estela de prestigio y honradez que de todos es conocida.
El bandolero del tiempo se acercará a este tipo de personas para exprimir sus recursos, sus conocidos, sus habilidades y también para pedirle favores, recados, dádivas, y poder participar en sus negocios de forma total o parcial. Al ladrón, siempre se “le quedará algo en las uñas”, cuando viaja por las sendas de la sierra acompañado de un “honrado caminante”. Comerá de sus alimentos, beberá de su agua, y disfrutará de la compañía agradable que ofrece un hombre de bien.
Por ello el parásito, tenderá a aprovechar el mayor tiempo posible al lado de nuestro hombre honrado y exprimir sus recursos; y veremos como a lo largo del camino aparecerán más maleantes similares que esperarán a que se aleje el anterior, para así proceder a imitar dicho atraco del tiempo.
Moraleja:
Un caminante honrado debe escoger sus compañeros de camino, pues de lo contrario, se encontrará “bandoleros del tiempo” a cada recodo de la senda, que irán poco a poco exprimiendo sus recursos hasta dejarlo exhausto.
EL BANDOLERO DE NEGOCIOS
Que me dicen de aquellos individuos que suponiendo cosas en común desean acompañar al “honrado caminante”, esgrimiendo argumentos como tener el mismo destino, ser de la misma procedencia o suponerse habilidades complementarias al mismo, para poder andar juntos el mismo camino y poder realizar actividades conjuntas previamente definidas. Aunque el desenlace será que el “bandolero de negocios” no cumplirá nada de lo prometido y se aprovechará del buen caminante que hará su trabajo y el del bandolero.
Esta práctica está muy extendida en la actualidad, el símil utilizado podría ser que en la época de los “bandoleros de negocios”, éstos se comprometerían a cazar, a cocinar y a tirar de las caballerías; así como de ocuparse de la provisión de mantas o abrigos para pasar la noche, encender fuegos y buscar alojamiento seguro. Mientras, el caminante honrado le ofrece la seguridad del viaje, los salvoconductos reales y los recursos necesarios para poder llevar a cabo la travesía, teniendo en cuenta que repartirán a partes iguales los beneficios de dicho viaje o las ventas de mercaderías que realizarán en el mismo.
En la actualidad vemos que los bandoleros se convierten en socios con grandes ideas y con propósitos de futuro brillantes de los que todos nos vamos a enriquecer; pero finalmente, solo han utilizado a la víctima para exprimir su sabiduría, sus contactos y habilidades, para conseguir financiación, credibilidad ante bancos, proveedores, gestorías, o para montar otros negocios por su cuenta sin contar con nadie, sacando todo lo que se te pueda aprovechar para sí y dejando finalmente, los problemas o rescoldos que ellos no necesitan para alimentar su desmedida avaricia.
Moraleja:
Al igual que en los caminos, debemos escoger a los socios en nuestros negocios; socios, que estén dispuestos a repartir, tanto esfuerzos y trabajos, como beneficios. No podemos consentir que siempre trabajemos los mismos y que luego repartamos los beneficios entre todos. Y tampoco debemos permitir que cuando haya dificultades sean para nosotros y cuando haya beneficios, estos se oculten bajo un sin fin de artimañas con el objeto de que solo se beneficien de ellos los Bandoleros de negocios.
Por tanto, antes de emprender un camino, es de vital importancia asegurarse de hacerlo con alguien que cuando estés dormido en la noche, sepas con seguridad que no te robará la bolsa y te atacará para que te coman los lobos.
LOS BANDOLEROS HOLGAZANES
Esta modalidad, es bastante menos peligrosa, incluso en ocasiones pueden ser agradables; provienen de la corte, han sido bufones, o romanceros, también suelen ser bardos o artistas. Es decir tienen ciertas habilidades tanto sociales como artísticas que te pueden hacer pasar un buen rato, son graciosos y entretenidos y los llevarás subidos en el carro durante el tiempo necesario para que ellos lleguen a donde quieren, pero no pretendas ningún tipo de ayuda por su parte, salvo el entretenimiento con su compañía, porque su capacidad de trabajo es limitada, tan solo cantarán, bailaran o contarán historias cuando ellos quieran.
Moraleja:
¿Por qué no subirles al carro? no son molestos, si no pretendes nada de ellos y si ya sabes a lo que atenerte, no te darán problemas y te divertirás; son tan graciosos y tienen tanto talento que incluso aprenderás muchas cosas de ellos y tu también podrás robarles su energía y su arte. Por tanto, los “bandoleros holgazanes” aunque los lleves a su destino, siempre y cuando se corresponda con el tuyo, no te darán problemas, y el viaje será beneficioso para ambos.
Pero… es necesario tener cuidado, pues si los destinos de ambos son diferentes te puede acarrear problemas y convertirse en un compañero de viaje incómodo.
Historia
El fenómeno del bandolerismo es universal y muy antiguo; se origina en regiones donde la miseria y la injusticia se han cebado especialmente con algunas personas empobreciéndolas y arrojándolas en brazos del contrabando, el robo o el crimen, generando de esta manera una forma más o menos colectiva de saqueo organizado. Una interpretación menos romántica, por el contrario, ve en los bandoleros a vagos, malhechores, criminales, prófugos e hidalgos arruinados por el juego o por los vicios. Lo cierto es que el bandolerismo es un fenómeno complejo, enmarcado en contextos históricos y sociales de gran dureza y con referentes morales distintos a los de las democracias actuales, por lo que seguramente no se puede reducir ni al estereotipo del individuo malvado por naturaleza ni al del generoso Robin Hood que reparte entre los pobres lo que roba a los ricos.
Debemos de tener en cuenta, que venimos de una época económica floreciente, en la que el dinero se movía rápidamente y el modelo capitalista, invitaba al consumo desmedido; coches, boom inmobiliario, especulación a raudales por el rápido negocio de la compra-venta de inmuebles. Grandes negocios y también pequeños, pero de rápida ejecución. Todo esto nos ha llevado a un nivel de vida que no se adecuaba con nuestra realidad.
Todo el mundo era propietario de inmuebles, vehículos caros, segundas residencias, clubes sociales de reconocido prestigio, viajes a hoteles de 5 estrellas gran-lujo y sobre todo un gran consumo diario que se soportaba junto al resto de los consumos anteriores gracias a la financiación de los grupos bancarios, que fomentaban también, la formalización de grandes préstamos a muy largo plazo que obligaban a una cuota mensual muy reducida, lo que nos permitía esta calidad de vida de clase alta.
Pues bien, en los últimos 3 años, ya a finales del 2.008 hemos visto que las entidades financieras han recortado la puesta en la calle de dinero, y se ha producido una crisis tan fuerte como para tambalear el sistema económico mundial; en tres años que llevamos de agonía financiera, se ha producido en nuestro país un empobrecimiento masivo, una pérdida de empleos importante y un paro elevado.
Este fenómeno azota gravemente a la sociedad que vuelve a trasladar a los ciudadanos la necesidad de imitar los comportamientos de los “bandoleros” de la sierra.
Las personas pierden sus valores, ya no nos sirve un apretón de manos para cerrar un negocio, es necesario un contrato. Ya no nos sirve prestar dinero a un amigo, pues lo más probable es que nos quedemos sin dinero y sin amigo.
Proliferan las personas “con brazo corto”, ( no les llega el brazo al bolsillo, para así poder pagar en los bares) que estaban acostumbradas a consumir, a fumar y comer diariamente, es decir, a alternar, pero ahora lo intentarán hacer a costa de los demás.
Veremos como aumenta la morosidad en los bancos, cada vez menos personas pagan sus deudas a tiempo. O las pagan tarde, mal y nunca, para así poder seguir manteniendo su nivel de vida.
Otras personas se aprovechan de su familia, de sus ex-parejas y usan y disfrutan sus viviendas aunque no sean suyas con excusas como divorcios, testamentarías, etc.
Veremos abogados corruptos que por dinero, resolverán casos difíciles pues disponen de información privilegiada.
O también chantajes emocionales o económicos que dirigirán los destinos de determinados negocios interesantes.
También, por desgracia veremos que valores tan encomiables como “LA AMISTAD”, pasan a un segundo plano.
Ejemplo: Una factura de un taller que se había pactado entre amigos a “medias” de importe 140 € cada uno, tras la venta de un vehículo entre ambos con resultado satisfactorio para los dos.
Llega la hora de pagar al taller, uno de los dos “amigos” dice la siguiente frase: “ya se que este coste lo habíamos pactado a medias estaba hablado y negociado entre amigos con un apretón de manos, pero si esto no nos va a llevar a ningún sitio, prefiero que lo pagues tu todo”.
¿Qué les parece?, por una cantidad tan exigüa, poner en duda la amistad, el compromiso y la confianza entre ambos, no tienen ningún sentido ¿verdad?, pues estas cosas suceden en momentos como este.
EL EFECTO ROBIN HOOD
Ante tanta falta de amistad, incluso los “honrados caminantes” que tontos, tampoco son, comienzan a aplicar su propia justicia contra los bandoleros, que como todos los que andan por la sierra, en sendas oscuras o traicionados por la oscuridad de la noche, caen en barrancos o cunetas, o pierden sus caballos y quedan a merced del siguiente caminante.
En condiciones normales un “honrado caminante” ayudaría al bandolero a seguir su camino y le socorrería, pero, y si ese bandolero que acaba de ser pasto de la fatalidad, hubiera robado a nuestro buen caminante en jornadas anteriores y aún mantuviera el botín de este en sus alforjas.
Pues bien, el bandolero se merecerá que nuestro “buen hombre” recupere sus pertenencias y el resto de botines que ha amasado el bandolero. Recuperando sus bienes y distribuyendo el resto entre los pobres que va a encontrar en el camino que merezcan con su comportamiento, la generosidad de nuestro “honrado caminante”.
Este es el efecto Robin Hood, y créanme, es muy agradable aplicar la justicia directamente sobre aquel que nunca respetó tan brillante valor.
“LA JUSTICIA EN ENERO ES MUY RIGUROSA, PERO EN LLEGANDO FEBRERO, YA ES OTRA COSA”.
Si hacemos caso omiso de la fértil historia del bandidaje en la Edad Media, en la que podemos citar a los golfines manchegos, siempre en épocas de guerras, hambrunas, epidemias, revoluciones o crisis. El Nuevo Mundo también padeció este azote: en los Estados Unidos son célebres Joaquín Murieta, Billy el Niño, John Wesley Hardin, los hermanos Jesse y Frank James y otros hermanos, los Dalton, entre muchos otros.
En la actualidad podemos hablar de Lehman Brothers, y otros bandoleros económicos anónimos, que han iniciado la crisis económica mundial a causa de las “subprime”, con las consecuencias actuales.
El bandolerismo en España
Las Siete Partidas contienen leyes para proteger a los mercaderes que son frecuentes víctimas de estos delincuentes, llamados por entonces bandidos, por haber sido pregonados en algún bando de busca o captura, forajidos, por haber sido expulsados o huidos de alguna ciudad, relegados, acotados o encartados.
En nuestra actualidad los bandoleros no salen en los bandos pues ya no existen, pero al final todo el mundo ya sabe quienes son e intentan evitarles.
Encubridores: por lo general venteros, posaderos, chalanes, cuatreros, prostitutas, contrabandistas, ermitaños o incluso merinos y corchetes asociados a los bandidos, por no citar a los mismísimos nobles, con frecuencia apurados por deudas:
También había salteadoras femeninas o serranas. El fenómeno era tan grave en La Mancha que suscitó una reacción social, al fin, cuando una banda denominada los Golfines aterrorizaba la meseta sur en la baja Edad Media, lo que dio lugar al nacimiento de la primera guardia civil moderna, la llamada Santa Hermandad vieja de Toledo y Ciudad Real, que tenía su centro de ejecuciones en la localidad ciudadrealeña de Peralvillo.
Hoy estas “serranas” tienen permiso de atraco, se denominan “busconas” y es fácil encontrarlas, buscan dinero, posición y lo hacen en la nocturnidad y en la alevosía. Ya no atracan en Sierra Morena, lo hacen en los pub, restaurantes y posteriormente en los tribunales.
Un lugar clásico para salteadores de caminos era Sierra Morena, ya desde el siglo I a. C., como se ha visto, y no en vano llegó a acuñarse la frase hecha de «váyase a robar a Sierra Morena».
El reinado de Fernando VII fue especialmente proclive al bandolerismo, cuando el ejército regular fue sustituido por los Cien mil hijos de San Luis, pagados por el monarca, que no se fiaba de su propio ejército y lo sustituyó por la milicia de los Voluntarios realistas. Es la época de bandoleros como Juan Delgado, los siete niños de Écija, especializados en asaltar cortijos; Diego Padilla, más conocido como Juan Palomo, Jaime el Barbudo, José María Hinojosa, más conocido como el Tempranillo.
Otros bandoleros son: Francisco Esteban; el madrileño Luis Candelas, famosísimo ladrón; Diego Corrientes, el Cristo, el Tragabuches, el Tempranillo, el Vivillo que escribió sus propias memorias antes de suicidarse, El Pernales, el Cojo de Encinas Reales, Navarro el de Lucena, Caparota el de Doña Mencía, Pepe San Nicolás en la provincia de Cuenca, Orejita, Palillos, el Ciervo, Melgares, el niño de Arahal, y muchos más a que no puede bastar cuenta cierta. El que es considerado como el último bandolero Pasos Largos murió el 18 de marzo de 1934.Uno de los bandoleros que nunca se han encontrado, y que era de la partida de El Bizco, es [Miguel Duplas Caseucau]
Estoy convencido de que ahora mismo les podría enunciar otros tantos “motes” de bandoleros que actúan en nuestra época, si no lo hago, es por discreción, y para no emular los “bandos” de aquella época en un medio como este, en el que publico este capítulo.
Lejos de la violenta realidad, normalmente, la literatura, la televisión y el cine han dado una visión romántica del bandolero, similar a lo que sería en la tradición anglosajona la figura de Robin Hood. Dan la imagen del bandolero que roba con un fin social (bandidos sociales), siguiendo, el lema clásico, Robar al rico, para darle lo robado al pobre, o sea, una forma a las bravas de hacer un reparto equitativo de la riqueza. En este sentido, el bandolero es un héroe popular. Los rasgos más destacados de los bandoleros son la gran habilidad mental y física.
Un ejemplo de bandolero en literatura es el bandolero que aparece en El Quijote, Roque Guinart. Otro ejemplo es la serie de televisión española Curro Jiménez emitida por primera vez en RTVE en 1976 y que narraba las aventuras de un grupo de bandoleros en la Andalucía del Siglo XIX, inspirándose en las andanzas de Andrés López, el barquero de Cantillana.
Clases de bandoleros
- Guapos o valentones, que hacen alarde temerario de un arrojo imprudente, no respetando, como se dice vulgarmente, ni Rey ni Roque, creando sus propios valores fuera de la ley y buscando aventuras y peligros; son por lo general caballeros que venían a ser públicos asesinos, y son los recogidos en los romances de guapos. Por ejemplo, Pedro Salinas natural de Jaén, Miguel Ramírez, de Lucena, y otros.
- Contrabandistas. Se abstenían de matar si no era impelidos por la necesidad, como Francisco Esteban, natural de Lucena, Pedro Zambomba, de Encinas Reales, o Curro López, zapatero de Jerez de la Frontera.
- Ladrones famosos. Jaime el Barbudo, Melchor el Extremeño, el Rubio de Espera, José María El Tempranillo, Antonio Díaz, el Renegado, el Chato Pedrosa de Benamejí y los siete niños de Écija.
Bandolerismo en Andalucía
La práctica del bandolerismo en Andalucía se remonta prácticamente hasta la Antigüedad, y ello es debido tanto a la orografía andaluza (Sierra Morena, Despeñaperros, Serranía de Ronda) como a distintos condicionantes socioeconómicos que se dieron a lo largo de los siglos. En la provincia de Cádiz se encuentra el peñón de Algarín, a cuya sombra se halla El Gastor; salteador de caminos, ladrón rural. Precisamente por la Serranía de Ronda y de Cádiz anduvo fugitivo Omar Ben Hafsun, en el siglo IX, remoto precedente de los bandoleros del XVIII y XIX de la zona.
Algunos autores dan tres motivos por los que se dio el bandolerismo en Andalucía: el atraso e incultura del pueblo llano, el abandono por parte de las autoridades a la hora de reprimir esas actitudes marginales y la enorme distancia entre clases sociales. La comunicación entre Madrid, capital del reino y Andalucía a través de Despeñaperros, lugar donde había que abandonar los carruajes para pasar a lomos de mulas por un tortuoso camino, favorecía el bandolerismo. Hasta la pragmática de 1760 de Carlos III en que ordena la construcción de una carretera, la zona estuvo dominada por los bandoleros. El fin del bandolerismo andaluz se dio a fines del siglo XIX, con las medidas adoptadas por el gobernador civil de Córdoba (con ciertos poderes sobre Sevilla y Málaga) Julián Zugasti y Sáenz a partir de 1870, y en los primeros años del XX, en parte debido a la aparición del telégrafo y el ferrocarril y a la presión que sobre ellos ejerció la Guardia Civil mediante una demasiado amplia interpretación de la Ley de fugas.
Conclusión:
Hemos de convivir con nuestros “bandoleros de hoy” y no podemos evitar contactar con ellos, forman parte de nuestra sociedad, pero lo que si podemos hacer, es reconocerles y así protegernos de ellos sabiendo que nos pueden robar en cualquier momento, tiempo, negocios, dinero, amigos, etc.
Sabiendo en que recodo nos pueden encontrar, tan solo deberemos rodear el camino y así evitarlos. No obstante no olvidemos que también en alguna ocasión podremos emular a Robin Hood si el destino nos lo permite. En ese caso no dudéis, atacad con fuerza y sed generosos con los oprimidos…