Cuando todo te va bien, el ambiente de trabajo es fenomenal y encima te pagan regularmente a final de mes puedes llegar a pensar que tu posición o que tu trabajo es algo que te mereces de forma natural. No es así. Por eso seguro que te han venido momentos en los que no te han valorado o has tenido conflictos emocionales con compañeros o simplemente “han decidido dejar que te marches” de la empresa. ¿Cómo entrenar esa competencia o capacidad de ser resistente, de saber perserverar en los momentos difíciles?. A esa capacidad de resistencia los expertos la llaman Resiliencia. Merece la pena abundar sobre ella.
A lo mejor has tenido alguna entrevista para un nuevo trabajo donde el entrevistador apenas se había leído por encima tu curriculum vitae. Un cliente de coaching me comentaba una de estas entrevistas a las que acudió. Era para un buen puesto y ya llevaba varias entrevistas con diversas personas de la misma empresa. Como es una persona llena de recursos y de sentido común decidió ser él mismo y mira lo que pasó.
Uno de los entrevistadores entró en la sala y le saludó confundiendo su nombre:
-Entrevistador: “Hola Juan, me alegra conocerte, vamos a charlar un rato sobre tu curriculum”. –Entrevistado (Mi cliente) contestó: “Hola Felipe, yo también me alegro de conocerte…”
-Entrevistador: “Perdona pero no me llamo Felipe, me llamo Jose Luis”
-Entrevistado: “Es que yo tampoco me llamo Juan, me llamo Javier”
El entrevistador, luego, le preguntó cómo seleccionaría al personal de una oficina bancaria que hay que crear nueva a partir de personas que trabajan en 2 bancos recientemente fusionados. Te aclaro que en realidad uno de los Bancos había absorbido a una Caja mucho más pequeña y quebrada de facto. Mi cliente contestó con la historia de la carpa y el salmón. La carpa es un pez gordo, feo y con bigotes al que no le importa estar en aguas sucias y encharcadas con tal de que sean tranquilas, no haya que nadar mucho y pueda filtrar el barro del fondo buscando el asqueroso alimento que comen las carpas. El salmón es un pez empeñado en ir contracorriente, saltando presas y obstáculos para llegar a la fuente del río donde nació para luego desovar allí exhausto. Por su empeño ha tenido que dejar toda su energía y curtirse. Está absolutamente entrenado a superar dificultades hasta el punto de no cuestionarse por qué narices tiene que ir desde el mar remontando los ríos hasta casi su nacimiento. Mi cliente dijo, después de contar esta historia,
-“Buscaría salmones para esa nueva oficina”
Piensa en el aprendizaje enorme que supone tratar a diario con personas que no piensan como tú, que no te tragan, que tienen otra visión de la misma realidad que tú contemplas a diario.
¿Una sugerencia? La próxima vez que digan o hagan algo que te moleste mucho procura adoptar su punto de vista y –sin pasión- contemplar esa realidad desde esa nueva perspectiva. Ayuda incluso adoptar sus mismas posturas físicas cuando se expresan así.
¿qué has aprendido?